En el mundo de las plantas, hay muchas formas de aprovechar sus beneficios: infusiones, sahumos, tinturas… y también aceites y oleatos. Suenan parecido, ¿no? Pero no son lo mismo, y cada uno tiene su magia. En este post te contamos qué los diferencia, cómo se usan y por qué vas a querer sumarlos a tu botiquín natural.
Empecemos por el aceite...
Cuando hablamos de aceite vegetal, nos referimos a la materia grasa que se obtiene directamente de semillas, frutos o nueces: por ejemplo, el aceite de almendras, coco, jojoba, oliva o rosa mosqueta. Son prensados en frío y conservan sus propiedades intactas.
Se usan como base para cosmética natural, masajes o como transportadores para aceites esenciales.
Algunos de los más conocidos:
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Aceite de coco: nutritivo y antibacteriano.
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Aceite de almendras: ideal para piel sensible.
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Aceite de jojoba: súper equilibrante, no tapa poros.
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Aceite de rosa mosqueta: cicatrizante y regenerador.
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Aceite de ricino: fortalece el cabello, las pestañas y las uñas. También tiene efecto antiinflamatorio y laxante (en usos muy puntuales y bien dosificados).
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Aceite de oliva: multiuso, antioxidante, humectante y protector. Es una base ideal para hacer oleatos caseros por su textura suave y su estabilidad.
Estos aceites ya tienen propiedades propias, sin necesidad de agregarles nada más.
¿Y los oleatos?
Acá es donde entra la alquimia herbal. Un oleato es una preparación casera (o artesanal) que se hace macerando plantas secas en un aceite vegetal. Es decir, usamos un aceite base (como los que nombramos arriba), y le infundimos las propiedades de una planta.
Con el paso del tiempo —y algo de calor suave— el aceite se impregna de los principios activos, el aroma y hasta el color de esa planta.
Algunos ejemplos de oleatos:
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Oleato de caléndula: ideal para pieles irritadas.
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Oleato de lavanda: relajante, buenísimo post ducha.
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Oleato de romero: estimula la circulación, perfecto para masajes.
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Oleato de orégano: súper antibacterial y antifúngico. Ideal para masajes en zonas doloridas, preparar pomadas naturales o como base de aceites con función desinfectante.
La clave es que las hierbas estén bien secas, así evitamos que el aceite se arruine por el agua que pueden tener las plantas frescas.
¿Ya incursionaste en los aceites? ¿Cuáles de estos ya usás?