Compostar los residuos nos permite reducir su volumen hasta en un tercio y transformarlos en un abono natural ideal para la tierra y las plantas. Además de poder usarlo en la huerta, el compost también sirve para fertilizar plantas ornamentales, árboles, el césped y más.
Es un proceso biológico donde microorganismos, sobre todo de tipo aeróbico, descomponen los residuos en condiciones de humedad, aireación y temperatura controladas, generando un abono súper nutritivo.
En casa, los residuos orgánicos suelen venir de la cocina y el jardín, y se dividen en “húmedos” o verdes, ricos en nitrógeno, y “secos” o marrones, que aportan carbono.
Para un compost balanceado, es clave mezclar un 50% de residuos húmedos y un 50% de secos.
Un compost bien hecho no tiene mal olor; si llega a tenerlo, es que le falta material seco. Este ayuda a darle estructura y mantiene el proceso aeróbico, que necesita oxígeno.
Húmedos:
Secos (estructurantes):
Los residuos secos aportan estructura, mejoran la circulación de aire y absorben el exceso de humedad, lo que ayuda a evitar malos olores.
Primero, colocá una capa de materiales secos en la base de la compostera. Si tenés lombrices californianas, ponelas de un lado para que se adapten al lugar. Sumá los residuos orgánicos de a poco, evitando tirarlos todos juntos.
Es importante alternar capas de residuos secos y húmedos para equilibrar la humedad y prevenir olores fuertes. Si cortás los residuos en pedazos más chicos, el proceso de descomposición se acelera. Recordá remover el compost una vez por semana para que circule el aire.
Usá un recipiente cómodo para acumular los residuos diarios, y reservá un lugar para guardar los secos.
La lombriz roja californiana (Eisenia foetida) es muy común en el compostaje hogareño. Esta lombriz consume su propio peso en materia orgánica cada día, produciendo humus de excelente calidad, y se reproduce rápido, duplicando su población en pocos meses.
El compost genera un líquido que podés diluir en diez partes de agua para regar tus plantas, brindándoles nutrientes de manera natural.
El compost está listo cuando, después de entre 3 y 6 meses, los restos se ven homogéneos, de color oscuro, sin olor y a temperatura ambiente. Tamizalo para obtener un abono más fino, y reutilizá los restos que no se hayan descompuesto, como cáscaras o ramas, en una nueva tanda de compost.
La generación de residuos es un desafío ambiental y sanitario global. En promedio, el 30-60% de los residuos domésticos son orgánicos, y si no se compostan, pueden generar gases de efecto invernadero y contaminar el suelo y las aguas subterráneas.
Compostar 100 kg de residuos al año genera 30 kg de abono. Si esta práctica se extiende a nivel comunitario, se reduce la emisión de CO₂, el consumo de recursos y el impacto ambiental.
El compostaje comunitario ayuda a disminuir la frecuencia de recolección de basura, el transporte y las operaciones en los vertederos, generando un impacto positivo en el ambiente.
Si querés hacer tu propia compostera o comprar una, podés revisar estas opciones: